sábado, 26 de enero de 2008

Reflexiones


Siempre que voy de viaje se me hace difícil volver, me gustaría estar más tiempo, ver más cosas, disfrutar del lugar cuando ya empiezo a conocerlo un poco y a saber manejarme en él. Así que no es nada nuevo que prefiera quedarme en Israel, que no quiera volverme a casa, a la rutina diaria. Pero la cosas son como son y lo que no puede ser no puede ser.
Amir me advirtió antes del viaje de que tuviera cuidado de no llevarme un desengaño. Porque cuando se idealiza mucho un lugar se corre ese riesgo. Me dijo que Israel era, contra lo que nos venden aquí, un país normal, con gente buena, mala y regular. Sinceramente era lo que yo esperaba y lo que he encontrado. Un país lleno de gente de todo tipo, gente con la que he charlado amigablemente en algunos casos o con las que he discutido acabando por mandarlas a la m.... en otros. Algunos eran abiertos y serviciales, otros antipáticamente cerrados, los había eficaces y torpes (no se porque me acuerdo de los recepcionistas del hotel je je je), religiosos y laicos, progresistas y conservadores, vestidos como hace siglos o a la última moda europea, nórdicamente rubios y africanamente negros, .... en fin, un país como cualquier otro.
Aunque con una profunda diferencia con respecto a los otros. Aquí todo el mundo sabe lo que se juega. Aquí todos conocen el peligro y que ese peligro es real. Y a pesar de eso es una sociedad libre y sin miedo. Y están orgullosos de su país, lo que a un español siempre le resulta sorprendente. Lo cual no quita para que se defienda a ese país desde posturas radicalmente distintas.
Otra cosa que destaco es la enorme variedad de climas y paisajes a pesar del pequeño tamaño. La naturaleza es dura y acogedora a la vez. La historia impregna el aire en todo lugar. La religión, las religiones, se respiran en el ambiente, ... pero para mí hay dos cosas con las que me quedo. Una es el respeto que los jóvenes muestran hacia las personas y las cosas ¿dónde están las fachadas pintorrequeadas de mi ciudad? ¿dónde esas motos que revientan los oidos? ¿dónde esas niñatas llamándose zorras unas a otras? ¿dónde las papeleras quemadas o las farolas apedreadas? ¿dónde la provocación amparada en el “soy menor”? .... La otra es la capacidad de combinar trabajo y diversión, de vivir la vida en la calle a la vez que se prima el esfuerzo y el progreso.
Me voy y espero volver. No se cuando, pero lo intentaré. Hay muchas cosas que me han quedado por ver, por hacer. Quisiera pasar varios días en Tel-Aviv y conocerla mejor, visitar la Casa de Ben Gurión, el complejo de Museos Haaretz, la vieja Yafo. Quisiera subir al Golán y bajar al Neguev. Quisiera navegar en el Mar de Galilea y bucear en Eilat y Cesarea. Quisiera patearme la Galilea y conocer mejor Haifa. Quisiera apoyar a los que en Sderot sufren el terrorismo a diario. Quisiera visitar a mis amigos .....
También hay otros lugares que quiero conocer y que visitaré cuando, espero que algún día, sean plenamente Israel y no estén en manos bárbaras e incivilizadas: pasear por el Monte del Templo, visitar Belén, Hebrón, Jericho y ¿por qué no? Petra y el Sinaí.
Lo dicho, espero volver


¡AM ISRAEL JAI!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Veo que la has pasado bien Paco. Yo me he leido tu blog enterito, sin perderme nada. Y volveré a Israel y a Jerusalem a fines de febrero, porque a Jerusalem no se va, sino que se vuelve.

Muchas gracias por compartir con nosotros, tus lectores, tu viaje. Muchísimas gracias. Te mando un abrazo Paco.

Anónimo dijo...

Yo voy a Israel este mes de septiembre (si HaShem lo permite) , espero que me cause la misma impresion que a ti. Y seguramente tambien me iré con la pena de poder visitar Shjem (Nablus) y Horeb (Jebel Musa) sin tener que pasar controles...
Buen blog!!

pacobetis dijo...

que tengas muy buen viaje. estoy seguro que lo disfrutarás.