lunes, 14 de enero de 2008

19 de Tevet de 5768 (2ª parte)

Al acabar la visita del museo son las dos, hora de cerrar. Y aún nos queda mucho por ver, así que volveremos otro día.
Nuevo paseo hasta el bus. Cuando nos montamos entre apretones y prisas comprobamos que el chofer va un tanto rarito pues casi no deja que la gente suba y cierra las puertas en la cara de más de un pasajero. Para colmo se equivoca y me cobra tres tickets en vez de dos. Cuando voy a reclamarle me contesta de malos modos que me joda, o algo así, porque me habla en hebreo con malos modos. Yo por mi parte empiezo a darle voces en español ca... en todas sus castas, a lo que el me responde con más voces y yo le sugiero que se gaste el dinero en médicos y medicinas, .... a todo esto los demás pasajeros nos miran, unos preocupados y otros riéndose. Seguimos la discusión hasta que me bajo en mi parada mandándolo a la m .... igual que él a mí. Nos hemos quedado a gusto ¿qué más se puede pedir por cinco shekels y medio? je je je
Nos disponemos a comer y vemos como todo está cerrando. Por los pelos podemos comernos un falafel del que tanto nos gusta, shwarma, humus y demás. A la carrera también encontramos una tienda en la que comprar galletas, agua y algunas otras cosillas para la noche y nos vamos al hotel a pasar la tarde descansando, tumbados en la cama y viendo fútbol internacional por la tele.
Ha comenzado el Sabbath y nos ha sorprendido. Es algo totalmente nuevo. Sabíamos que todo estaría cerrado a la caída de la noche. Lo que no esperábamos es la sensación de urgencia que se percibe en el ambiente cuando aún es de día, las carreras por salir del trabajo, tomar un bus o un sherut,... parece como si estuviera la vida en juego. Nunca habíamos vivido esa sensación que se nos acaba contagiando y nos hace llegar al hotel casi corriendo, huyendo de la noche que aún no ha aparecido pero que ya se percibe.
Ya "a salvo" vemos desde la ventana de nuestra habitación como las calles, hasta ahora siempre abarrotadas de coches y peatones, se van quedando desiertas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

JAJA! que chofer de mierda les tocó!!

Yo cuando estuve una semana en Israel tuve más suerte: el chofer nuestro era divino, muy simpático y a todos les caía bien (era un judío oriental qe se había escapado de Irak cuando era muy chico, a comienzos de los '50). Pero veo que a ti Paco te tocó un loquito lamentablemente. Con los choferes uno nunca sabe... jaja!