sábado, 12 de enero de 2008

27 de diciembre de 2007 (1ª parte)

Nos levantamos a las siete con la luz del sol inundando la habitación y desayunamos en el lugar que se ha convertido rápidamente en habitual. Compramos también unos bocadillos y unas pastas para el mediodía y tomamos el bus turístico (el 99) que nos recorrerá toda la ciudad. Tiene audioguía en español y unas buenas explicaciones pero el conductor parece que tiene prisa y aprieta bien el acelerador con lo que no conseguimos bajarnos en Givat Takmose para visitar Amunnition Hill y el Monte Scopus se nos va en un visto y no visto. Consigo entenderme con él y me avisa para bajarme en Lions Gate desde donde podemos visitar el Monte de los Olivos, quedando con él en que nos recogerá en la próxima pasada, unas dos horas más tarde.

Enseguida llegamos al huerto de Gethsemani y la iglesia contigua (Dominus Flevit), de allí subiendo, siempre subiendo, pasamos junto a la iglesia rusa de Mª Magdalena con sus cúpulas doradas en la que podemos visitar los jardines que la rodean. A continuación entramos en una necrópolis judeo-cristiana de los siglos I y II. Durante toda la subida vamos recorriendo un cementerio enorme donde están enterrados Absolom, Zacarías y un largo etcetera y del que se dice que sus moradores serán los primeros en resucitar el día del Juicio Final. Cuando llegamos arriba nos encontramos con una vista preciosa de Jerusalem , con la Ciudad Vieja en primer plano, mientras a nuestras espaldas se extiende el desierto de Judea.
Iniciamos la bajada de la empinadísima cuesta y haciendo un alto en una iglesia bizantina con un bonito belén llegamos abajo del todo a laiglesia ortodoxa griega de San Stephen en la que se respira un ambiente de tranquilidad y paz. La penumbra está llena de iconos y olor a incienso y nos ayuda a recuperarnos de la caminata anterior.
Volvemos al bus y mientras lo esperamos vemos un memorial a los caidos en guerras.

La siguiente bajada la hacemos en Dung Gate. Allí nos disponemos a visitar el Museo Arqueológico pero una música llama nuestra atención y cuando vamos a ver de que se trata nos encontramos con un golgorio tremendo montsado por un pequeño grupo que toca el shofar y los bonguitos mientras otros bailan. Con ellos se mezclan rápidamente otro grupo que viene con flautas y tambores y un chaval a hombros. Se trata de la celebración de un Bar Mitzav, llena de música y alegría y a la que nos unimos sin dudar.

De esta forma y, prácticamente sin darnos cuenta nos vemos entrando a la plaza del Kotel. Es un momento muy emocionante para mí. Está lleno de gente, de voces, de música, de alegría. Me acerco hasta el muro con una kipa cubriendo mi cabeza y deposito en él un papelito con deseos muy personales y algunos otros que me han encargado. Se me acerca un ortodoxo y me reza unas bendiciones para mí y mi mujer. Vuelvo arriba emocionado y para que todo sea completo me hago una foto con unos jovenes soldados de Tzahal. También paseamos por una zona peatonal y cubierta que sirve de lugar de celebración para "el convite" de los Bar Mitzva.
Mi primera visita al Kotel será algo que permanecerá grabado en mi memoria para siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por la música que tocaban en el Bar Mitzvá, se puede deducir que la familia del chico era judeo-griega (o sefaradí).