domingo, 20 de enero de 2008

31 de diciembre de 2007 (1ª parte)



El día de hoy se presenta diferente a los anteriores ya que por primera vez desde que estamos en Israel nos pondremos en manos de un guía en una visita organizada. Renunciamos así a movernos por nuestra cuenta pero es la mejor manera de aprovechar el tiempo en lo que queremos hacer, tanto hoy como los próximos dos días.
La jornada empieza esperando el bus de United Tours que desde las nueve se retrasa hasta algo más de las y media. Cuando llega el guía se disculpa diciéndonos que vienen desde Tel-Aviv y había mucho tráfico.
Antes de continuar quiero hacer una mención al guía que durante estos tres días nos va a enseñar una buena parte de Israel. Se llama Alberto y nació en Tanger hace bastantes años. Yo le calculo que sobrepasa bastante los 60, aunque se conserva bien. Según nos contó lleva unos cuarenta años trabajando como guía por lo que hace mucho que vive en Israel. Eso no quita para que nos llame paisanos de Andalucía. Habla bien español pero también un montón más de idiomas lo cual hace que mezcle muchas palabras y expresiones y tenga un acento "muy propio". Sabe de lo que habla y da explicaciones muy completas. No deja lugar a dudas de su patriotismo y tiene claro que es Israel y quienes son sus enemigos, internos y externos. Otra cosa que quiero destacar es que en ningún momento intentó trapichearnos ni sacarnos dinero por ningún concepto (¡cómo me acuerdo de Egipto!)
Comenzamos el viaje abandonando Jerusalem por el este hacia el desierto de Judea, en el que nos adentramos rápidamente, y enseguida empezamos a bajar hacia el Mar Muerto mientras vemos algunos campamentos beduinos. De los casi 800 metros a los que estábamos en Jerusalem en un rato nos encontraremos a 400 bajo el nivel del mar, y eso lo notamos en los oídos, aunque nada comparable a cuando te sumerges buceando. Como es de rigor todos hacemos como si nos tiráramos a la piscina cuando pasamos la señal de "nivel del mar" ¡al fin y al cabo somos guiris!
Durante unos 50 kilómetros vamos costeando el Mar Muerto en dirección a Massada mientras a nuestra derecha podemos observar el desierto y unas colinas agrestes y áridas en las que abundan las cuevas, destacando las de Qumran. Como todos sabemos fue aquí donde se encontraron los famosos Manuscritos del Mar Muerto pertenecientes a los Essenios.
No tardamos mucho en contemplar la montaña aislada con tres terrazas donde se situó la fortaleza de Massada (tal y como la describió Flavio Josefo en "las guerras de los judíos"). Aunque hubiera estado genial subir por el "camino de la serpiente" (una hora de caminata) somos realistas y tomamos el teleférico que en un momento nos deja arriba. La vista es impresionante, abarcando todo el Mar Muerto y las colinas de Jordania al fondo por un lado y el desierto por el otro. Abajo podemos distinguir los restos de los campamentos romanos que rodearon la fortaleza y, por la cara oeste, lo que queda de la rampa de tierra y piedras que los conquistadores construyeron para poder llegar a la cima. Para que la imagen sea aún mejor un par de escuadrillas de efealgo nos sobrevuelan dejando una estela poderosa y, un momento después, otros tres aviones de combate de Israel pasan en vuelo rasante bajo nosotros ¡espectacular!
Tras esa demostración comenzamos la visita de los restos de los palacios de Herodes y de la población que se construyo aquí para servirle. Piedras cargadas de historia y de belleza. No es momento aquí de narrar la historia de Masada y de como sus habitantes prefirieron la muerte antes que caer como esclavos de los romanos. Lo importante es que Massada se convirtió en todo un símbolo para los judíos que durante tantos siglos estuvieron forzosamente exiliados de su país.
Y aún más importante es que desde la creación del Estado de Israel se ha convertido en un símbolo de lo que nunca más volverá a suceder.
¡Masada no volverá a caer! es el juramento que hacen todos los reclutas de Tzahal cuando tras una marcha a pie de ciento y pico de kilómetros desde Ber-Sheva suben por el sendero de la serpiente y llegan a la explanada de la cima donde ahora me encuentro. Estoy seguro que ni uno solo de ellos faltará a su juramento y harán TODO LO QUE SEA NECESARIO para que Massada nunca más vuelva a caer, para que Israel continúe existiendo y progresando. A pesar de los políticos.
Yo pongo mi granito de arena y, enarbolando mi bufanda verdiblanca, me uno a ese juramento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Magnífico. Ya me imagino la imagen: Paco jurando: "¡Viva el Betis! ¡Massada no volverá a caer!" jeje

Paco: ¿Visitaste todo el norte de Israel? es realmente hermoso, en especial toda la zona montañosa de Galilea y el fértil Valle de Jezreel. Como sabrás, Israel se encuentra en el estratégico punto geográfico de conexión de tres importantes zonas climáticas y ecológicas, y posee una rica biodiversidad para ser un país de pequeño tamaño, por lo que no es lo mismo la zona desértica del Neguev que las llanuras costeras que la montañosa Galilea que el fértil y verde valle de Jezreel que el Mar Muerto que el Lago Tiberíades, etc. Es decir, Israel posee muchas diferencias geográficas internamente, a pesar de ser más pequeño que la provincia de Tucumán, por eso es importante recorrer cada zona por separado.